Enfoque de las terapias

Los títeres somos especiales. Terapia con títeres

Enfoque de las terapias

Enfoque de las terapias: castillete, construcción, manipulación, funciones del terapeuta.
Hay algunas preguntas que están en el aire
cuando se realiza terapia o intervenciones con títeres. Los maestros,
educadores y terapeutas deben tener claras sus respuestas.
  • ¿La manipulación debe ser a cara descubierta o dentro de un castellet (teatrino de títeres)?
  • ¿Los enfermos o personas con discapacidades deben construir ellos los títeres o se les debe dar hechos?
  • ¿El maestro o terapeuta debe participar en la fabricación mientras los niños también hacen su propio títere?
  • ¿Es necesario en la fabricación orientarles paso a paso?
  • ¿El maestro o terapeuta debe participar en la dramatización?
A continuación hago una recopilación de algunas opiniones y contestas de las cuestiones planteadas: 

En cuanto a la función del castellet o teatrino de títeres:


Según Madeleine Lions,“El cortaviento del
castellet permite muchas veces, a las personas más tímidas, a las más
inhibidas, poder decir cosas de lo inconsciente que son el origen del
problema. Pero debemos tener claro que hablar alivia pero no cura.”
Según Pierrette Salvage, “La función principal del
castellet es la de delimitar un área de juego en la que el niño tendrá de
todo por poder crear. El castillo representa de alguna manera el límite
entre la vida real y el imaginario.
El castellet fija igualmente un “dentro-fuera” , es un
envoltura que protege al niño de la realidad exterior, y que permite la
relación con los demás, a través del títere.”
Según Alba Juanola, psicóloga, a propósito del psicodrama, dice:
“Durante la dramatización, a veces la escena jugada en el
contexto dramático, adquiere una tensión emocional intensa, que no permite
al paciente continuar en el juego. Es entonces que el director debe
transportar la escena detrás del teatrino y continuarla con los títeres,
donde se obtiene así una reducción de la ansiedad y un espacio disentido, que
permite al protagonista continuar la escena sin dificultad. Una vez
que esta etapa ha sido superada se puede continuar el juego, cara a
cara.”
 
Hay experiencias que constatan que los/las niños/as
psicóticos/as no quieren hacer aparecer el títere solo (y ellos detrás del
castellet) quieren también que se les vea a ellos.
El castellet puede ser un mecanismo de defensa del paciente y del
terapeuta, pero al mismo tiempo también en algunas circunstancias se convierte en un
handicap por la evolución de la terapia. Pienso que los profesionales deben
de observar las variables que convergen en la persona sujeto de la
terapia (discapacidad, estado actual de la persona, objetivo de la
sesión…) y decidir la utilización o no de los castelletsegundos
conocimientos técnicos y la intuición del momento. 

En cuanto a la construcción de los títeres


Fabricar el propio títere permite sin duda
una mejor proyección de sí mismo en el objeto. Los problemas internos de
la persona, los conflictos parecen resaltar a través de las formas,
las expresiones dadas a los títeres, evidencian la realidad por
terapeuta como por el paciente, ya que realiza el personaje un poco como el
su doble. 
También crear un títere suscita toda una gama de emociones yendo
desde el placer hasta su decepción. A pesar de las dificultades "técnicas"
que se pueden encontrar, (la no adecuación entre lo que se había pensado hacer y
lo que ha salido de nuestras manos, la sorpresa a veces feliz delante
nuestra realización, el peso del azar…), no deja a su creador
indiferente. Siempre existe un sentimiento de rechazo o de posesión. Y todas
estas actitudes deben ser observadas como trabajo de la terapia.
Asimismo el hecho de construir el títere facilita la manipulación
de éste, gracias a la familiaridad conseguida durante el tiempo de
construcción.
Técnicamente creo que el terapeuta o maestro debe ayudar a la
construcción del títere, en ningún caso en la parte artística. Es importante
que el educador se fije unos objetivos en cuanto a la construcción. Vuelo
dejar al paciente libre para crear su personaje? o por el contrario, Vuelo
guiarle para que le interesa que descubra, por ejemplo, las partes del
cuerpo?. Toda participación está en función de la finalidad de la actividad.
Según B.Jost, “Los títeres ya construidos permiten una
proyección de los fantasmas según cuales sean los que el paciente elija.
Pero existe el peligro de que la persona sea influenciada por el atractivo de
el hada, de la bruja o de otros, y entonces no es una decisión interna
sino mediática, y las posibilidades de resultados son más limitadas.
 
Para mermar esta influencia es necesario tener un gran muestrario de títeres para escoger. 
Existen igualmente títeres neutros, es decir,
personajes que no representan una función determinada. Estos parecen
más interesantes, ya que permiten poner rápidamente en escena situaciones
propias de problemas del paciente relativos a la familia, al trabajo, a
la escuela. En efecto, el paciente puede con el títere definir su
calidad, su papel, su función: padre, madre, niño, médico; o
atribuir poderes imaginarios a través del títere que bautizará como hada,
bruja, mago…”
También cabe decir que depende de la situación y las características
de sitio ondas realice la terapia, no es adecuado la construcción del
títere por el paciente. Hablo, por ejemplo, de experiencias realizadas en
hospitales donde el tiempo y el espacio es limitado.
La cuestión no está resuelta, algunos profesionales prefieren un
sistema u otro por razones técnicas, prácticas o materiales. Cada
método tiene sus ventajas y sus inconvenientes. 

En cuanto a la participación del terapeuta en la dramatización


En esta cuestión tampoco hay una
directriz clara. Hay quien toma el papel de observador para después
tomar las decisiones adecuadas por la continuación de la terapia, y en ella
quien participa activamente en el desarrollo de la dramatización
para dirigir la acción hacia una finalidad concreta planteada antes de la
sesión.
Ambos comportamientos pueden ser beneficiosos para el niño o para el
paciente, siempre y cuando, el terapeuta no se involucre personalmente en
el asunto.
Los terapeutas deben crear situaciones en las que puedan
emerger en la superficie de la conciencia del sujeto, manifestaciones
rechazadas de conflictos psicoafectivos, pero nunca participar como
sujeto activo. Se debe mantener la distancia teatral que permite a los
actores salvaguardar a su yo. Si no se hiciera de esta forma la terapia
sería contraproducente por el paciente y por el terapeuta.
Es esencial que la persona que conduzca la sesión domine los
mecanismos dramáticos del juego teatral para controlar la situación y sacar
resultados óptimos.
Cuando se plantea una terapia, un trabajo de aprendizaje o una
reeducación con títeres, si el maestro, terapeuta o educador no tienen la
formación adecuada, sería bueno poder disfrutar de la colaboración de
profesionales que dominen el arte del títere, para aportar toda la técnica
necesaria para conseguir los objetivos satisfactoriamente.
También hay que tener en cuenta que una terapia debe tener una
dimensión temporal. Debe comportar un límite en el tiempo, no puede
continuar indefinidamente.
Como cualquier otro tipo de terapia, en todo el proceso, aparte
de tratar el trastorno del niño o paciente, debe tenerse en cuenta los
problemas que deriven en su entorno cercano (padres, familia, compañeros
de clase…). 
Terminaré este apartado con una reflexión de Mariano Dolci:
“La particularidad común en los títeres consiste en exigir
la siguiente paradoja: un objeto que al mismo tiempo es y no es. Está
claro que lo que veo es un lobo, pero no es verdaderamente un lobo,
porque veo claramente que se trata de papel maché y tela. Ésta
paradoja debe respetarse y mantenerse siempre.
 
Saber soportar una paradoja sin querer resolverla a toda
cuesta es la base de la inteligencia humana; es lo que hace posible el
símbolo, la metáfora, la hipótesis, etc…El espejo plantea lo mismo
problema: "Eso que veo soy yo pero no soy yo".
El niño no llega a controlar esta situación de repente, porque el esfuerzo que requiere es considerable. 
Ante los títeres, el niño pasa a veces de un extremo a
el otro, con oscilaciones cada vez más cortas, por último
aceptar la paradoja y empezar a divertirse.
 
Esto es lo que precisamente no están en condiciones de hacer
muchos enfermos mentales. Algunos caen en: “no es esto”, no comprenden
porque se habla con un trozo de trapo en la mano y porque se les da un
otro a ellos.
 
No perciben ninguna identidad en estos paños y cuando acepto
responder, siempre lo hacen directamente. Otros, por el contrario, parecen caer
en la trampa del “es” y se sorprenden de que su muñeco no hable
solo, llegando incluso a preguntarle por qué no lo hace.”
 

  • Madeleine Lions (Titellaire). París. Asociación “Marionnette et Thérapie”
  • Pierrette Salvage.(Psicomotrista). Collection Marionnette et Terapia n.20. París. 1988
  • Ursula Tappolet. Ginebra. Collection Marionnette et Terapia n.15. París. 1983
  • B.Jost.G.Brossard. Collection Marionnette et Terapia n.6. París. 1979
  • Mariano Dlolci. Revista Puck n.3 Instituto Internacional de la Marionnetta. Charleville.1992

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